Ellos son el sol que nuestro rostro no se cansa de buscar y que a la vez agota, localizamos la luz como girasoles que balancean ansiosos por resucitar o marchitarse. Cualquier extremo menos esta tierra agonizante de nadie.
No entendemos cómo esta seca tierra sobrevive, cómo es posible marcar en ella nuestra huella dando brazadas en el vacío explosivo, reventado por amorosa desesperación. No nació nunca nadie q mereciera tal castigo, en qué mundo crecimos para ser atraídos por el espanto. Cómo se convence uno mismo q va a ser capaz de soportar consecutivas explosiones mundanas sin el amor que nos hizo conocer la firmeza del paso acompañado.
Todo esto significa siempre lo mismo: echar de menos de una forma insoportable, sin semántica que soporte significados. Estas palabras no deberían asustar, por mucha fuerza q les diera el viento, ya si fueran huracán, no rozarían ni la periferia del dolor. Y todos los árboles caídos.
No entendemos cómo esta seca tierra sobrevive, cómo es posible marcar en ella nuestra huella dando brazadas en el vacío explosivo, reventado por amorosa desesperación. No nació nunca nadie q mereciera tal castigo, en qué mundo crecimos para ser atraídos por el espanto. Cómo se convence uno mismo q va a ser capaz de soportar consecutivas explosiones mundanas sin el amor que nos hizo conocer la firmeza del paso acompañado.
Todo esto significa siempre lo mismo: echar de menos de una forma insoportable, sin semántica que soporte significados. Estas palabras no deberían asustar, por mucha fuerza q les diera el viento, ya si fueran huracán, no rozarían ni la periferia del dolor. Y todos los árboles caídos.
Comentarios
Publicar un comentario