Hoy hace un año que papá se fue. Mi discreto y sabio Samuel, descansa tranquilo, nunca detallaré en tu blog el sufrimiento que nos supuso su agonía, por encima de ese infierno está nuestro amor y fuerza de voluntad para acompañarlo en su enfermedad. Tu fuerza mental y disponibilidad afectiva para que a papá no le faltara nada.
Hoy hace un año que verlo descansar nos supuso un alivio. Qué lejos quedaba de mi intuición una mínima sospecha de lo que me aniquilaría a los tres meses.
Ayer, un grupo de dolientes nos reuníamos para hablar de los misterios a los que nos dejáis, a mi entender, encadenados. Muchos de nosotros continuamos vivos por la suculenta posibilidad de un reencuentro. Yo creo que es mucho más que una posibilidad, no veo que la muerte sea posible precisamente porque no puedo veros. Y el no poder veros dispara las posibilidades de vuestra forma y contenido.
Creo que hasta es posible que en ese reencuentro conservéis vuestra forma si así quedó grabada en nuestra alma. Si los que aquí nos quedamos somos capaces de sobrevivir a un dolor tan profundo, ¿por qué no va a ser posible un resurgimiento de la misma materia cuyo patrón ha quedado intacto y conservado por congelación en nuestro corazón?
Hasta donde nuestro ser sea capaz de amar e imaginar sea tal vez lo que configure el programa que desvirtualice la siguiente dimensión a la que saltemos.
Y estaréis allí, no por mero deseo de los que ahora vivimos aterrados, sino porque la fuerza más pura es la que crea lo soñado. Y he soñado tantas veces con vosotros..., abrazándonos con un llanto blanco, con un desahogo descalzo, con un decorado invisible, sin ningún sistema funcionando.
Sin este sistemático mundo que a todos nos manipula y enloquece, en el que ya no estáis encarcelados. Nosotros debemos seguir en sus garras sin el divino apoyo de vuestra existencia. Querríamos ser libres como vosotros, pero aquí quedan atascadas cerraduras que deberíamos abrir antes de partir, tal vez por ello aún desde arriba no se nos ha llamado.
Tenemos prisa por volver a escuchar vuestra voz y latido, y la prisa en sí es un sinsentido. No hay tiempo ni espacio, lo sospechábamos antes de que os fuerais, ahora ya lo sabemos. ¿Qué más necesitamos saber para reconstruir nuestro nuevo mundo sin tiempo ni espacio ni vosotros?
Tal vez sea menos saber, menos miedo, menos prisa, menos de todo... quitar el peso de todas nuestras colecciones materiales y cognitivas.
Aceptar nuestra nueva forma algo fantasmal, menos atractiva porque se ha perdido el interés de atraer, ahora necesitamos ser abrazados sin admiración, ser amados sin preciosos disfraces, sin coches, sin seguridad económica, sin transmitir ningún tipo de seguridad... buena noticia dentro de esta pesadilla, ¡la seguridad no existe en nada! Y jamás vamos a perder el tiempo buscando mucho más que un techo, una bici y un paraguas. Pasará el tiempo y nuestro halo fantasmal no nos acomplejará. Que la brisa nos sople y nos tambalee hasta atontar a nuestro ego desfasado, antes endiosado creyéndose de acero, ahora desconcertado ante una oxidación para la que nunca estuvo preparada su torre de control.
Nos creímos intuitivos, poderosos y hasta mágicos, hasta que algo mucho más grande que nosotros nos pisó como el pie más vulgar puede aplastar aleatoriamente las más bellas mariquitas. Sin razón alguna.
Y todo termina.
Todo tiene un final según nos han enseñado a ver el mundo de las cosas.
Es sobre otros mundos que tenemos que aprender... No saber, q no lograremos saber tanto por cientos de libros que nos plazca leer; aprender, abrirse a la duda y a la creencia, aprender del que viene de frente aunque esté equivocado, preguntar a los que se han marchado para que vuelvan aunque sea un rato. Aprender que no estaremos aquí siempre.
Aprender a agradecer por tantos años acompañados, aunque de momento no sepa agradecer desde mi danzarina identidad, no sepa agradecer sin resumirme nada más que en rabia y llanto. Por ahora.
Os amo, Samuel y Padre.
Hoy hace un año que verlo descansar nos supuso un alivio. Qué lejos quedaba de mi intuición una mínima sospecha de lo que me aniquilaría a los tres meses.
Ayer, un grupo de dolientes nos reuníamos para hablar de los misterios a los que nos dejáis, a mi entender, encadenados. Muchos de nosotros continuamos vivos por la suculenta posibilidad de un reencuentro. Yo creo que es mucho más que una posibilidad, no veo que la muerte sea posible precisamente porque no puedo veros. Y el no poder veros dispara las posibilidades de vuestra forma y contenido.
Creo que hasta es posible que en ese reencuentro conservéis vuestra forma si así quedó grabada en nuestra alma. Si los que aquí nos quedamos somos capaces de sobrevivir a un dolor tan profundo, ¿por qué no va a ser posible un resurgimiento de la misma materia cuyo patrón ha quedado intacto y conservado por congelación en nuestro corazón?
Hasta donde nuestro ser sea capaz de amar e imaginar sea tal vez lo que configure el programa que desvirtualice la siguiente dimensión a la que saltemos.
Y estaréis allí, no por mero deseo de los que ahora vivimos aterrados, sino porque la fuerza más pura es la que crea lo soñado. Y he soñado tantas veces con vosotros..., abrazándonos con un llanto blanco, con un desahogo descalzo, con un decorado invisible, sin ningún sistema funcionando.
Sin este sistemático mundo que a todos nos manipula y enloquece, en el que ya no estáis encarcelados. Nosotros debemos seguir en sus garras sin el divino apoyo de vuestra existencia. Querríamos ser libres como vosotros, pero aquí quedan atascadas cerraduras que deberíamos abrir antes de partir, tal vez por ello aún desde arriba no se nos ha llamado.
Tenemos prisa por volver a escuchar vuestra voz y latido, y la prisa en sí es un sinsentido. No hay tiempo ni espacio, lo sospechábamos antes de que os fuerais, ahora ya lo sabemos. ¿Qué más necesitamos saber para reconstruir nuestro nuevo mundo sin tiempo ni espacio ni vosotros?
Tal vez sea menos saber, menos miedo, menos prisa, menos de todo... quitar el peso de todas nuestras colecciones materiales y cognitivas.
Aceptar nuestra nueva forma algo fantasmal, menos atractiva porque se ha perdido el interés de atraer, ahora necesitamos ser abrazados sin admiración, ser amados sin preciosos disfraces, sin coches, sin seguridad económica, sin transmitir ningún tipo de seguridad... buena noticia dentro de esta pesadilla, ¡la seguridad no existe en nada! Y jamás vamos a perder el tiempo buscando mucho más que un techo, una bici y un paraguas. Pasará el tiempo y nuestro halo fantasmal no nos acomplejará. Que la brisa nos sople y nos tambalee hasta atontar a nuestro ego desfasado, antes endiosado creyéndose de acero, ahora desconcertado ante una oxidación para la que nunca estuvo preparada su torre de control.
Nos creímos intuitivos, poderosos y hasta mágicos, hasta que algo mucho más grande que nosotros nos pisó como el pie más vulgar puede aplastar aleatoriamente las más bellas mariquitas. Sin razón alguna.
Y todo termina.
Todo tiene un final según nos han enseñado a ver el mundo de las cosas.
Es sobre otros mundos que tenemos que aprender... No saber, q no lograremos saber tanto por cientos de libros que nos plazca leer; aprender, abrirse a la duda y a la creencia, aprender del que viene de frente aunque esté equivocado, preguntar a los que se han marchado para que vuelvan aunque sea un rato. Aprender que no estaremos aquí siempre.
Aprender a agradecer por tantos años acompañados, aunque de momento no sepa agradecer desde mi danzarina identidad, no sepa agradecer sin resumirme nada más que en rabia y llanto. Por ahora.
Os amo, Samuel y Padre.
Comentarios
Publicar un comentario