Después de cinco meses he comenzado a escuchar música que no sea de meditación, sino de la que te incita a todo lo contrario, a pegar saltos.
Es un pequeñísimo avance, pues las ganas de correr hacia ti no han desaparecido, sigo tan asustada como al principio, por más que suba el volumen a mi cuerpo no le nace bailar, por mucho que mi esencia se lo suplique.
Sé que debe haber más recursos para rebajar estos niveles de sufrimiento, pero bailar es el q mejor me funcionó en otros derrumbes.
Entre los miles de temores que se han ramificado en cada neurona está el de creer q NO soy lo suficiente madura/egoísta/interesada/resiliente/amorosa para sobrevivir a esta tragedia.
No todo el mundo sobrevive por la misma condición, hay quienes lo hacen por una maravillosa capacidad de amar incondicionalmente al que nos ha dejado sin su forma.
Hay quien sigue porque le basta como motivación incluso una pequeña herencia.
El duelo severo afina el oído un disparate, respecto al dinero y posesiones he escuchado barbaridades de personas «cercanas», he descubierto quién es quién como nunca antes. Me ha hecho sentir más pequeña, inocente e inmadura, como si desconociera las reglas de la ambiciosa vida. Como si hubiera vivido en un mundo de fantasía donde no fuera necesario ser un estratégico arpía para salir a flote.
Miro a mi niña, la pequeña versión ilusionada que un día fui, que se ha hecho una bola diminuta y se ha escondido tras los pulmones, no quiere ver a nadie, casi todos la dañan. Le digo que la quiero, que esto dejará de matarnos algún día, pero está tan asustada que no se cree digna de ningún afectivo reconocimiento. Después de horas recordándole todo lo mejor de sí misma, ha intentado darme un beso en el contorno del corazón, pero le temblaban tanto los labios que lo hizo trizas con el mordisco.
He disimulado como he podido y le he dicho lo mismo que me dicen las personas que me quieren y que también disimulan su dolor: muy bien cariño, confío en que saldrás de aquí, poquito a poco, no hay fórmulas mágicas.
Mi pequeña se ha relajado un ratito y ha comenzado a jugar contando vértebras, esta vez le temblaban las manos. Al menos he conseguido que mantuviera la cabeza ocupada con algo.
Yo he querido demostrarle que si ella puede yo también, y he movido con ritmo la espalda mientras hice sonar I CAN BE SOMEBODY (banda sonora de WE ARE YOUR FRIENDS), juraría que se ha reído de mi intento de interacción.
Te quiero Little Raquel, intento salvarte, aunque no pueda evitar querer más a tu grandote hermano.
Es un pequeñísimo avance, pues las ganas de correr hacia ti no han desaparecido, sigo tan asustada como al principio, por más que suba el volumen a mi cuerpo no le nace bailar, por mucho que mi esencia se lo suplique.
Sé que debe haber más recursos para rebajar estos niveles de sufrimiento, pero bailar es el q mejor me funcionó en otros derrumbes.
Entre los miles de temores que se han ramificado en cada neurona está el de creer q NO soy lo suficiente madura/egoísta/interesada/resiliente/amorosa para sobrevivir a esta tragedia.
No todo el mundo sobrevive por la misma condición, hay quienes lo hacen por una maravillosa capacidad de amar incondicionalmente al que nos ha dejado sin su forma.
Hay quien sigue porque le basta como motivación incluso una pequeña herencia.
El duelo severo afina el oído un disparate, respecto al dinero y posesiones he escuchado barbaridades de personas «cercanas», he descubierto quién es quién como nunca antes. Me ha hecho sentir más pequeña, inocente e inmadura, como si desconociera las reglas de la ambiciosa vida. Como si hubiera vivido en un mundo de fantasía donde no fuera necesario ser un estratégico arpía para salir a flote.
Miro a mi niña, la pequeña versión ilusionada que un día fui, que se ha hecho una bola diminuta y se ha escondido tras los pulmones, no quiere ver a nadie, casi todos la dañan. Le digo que la quiero, que esto dejará de matarnos algún día, pero está tan asustada que no se cree digna de ningún afectivo reconocimiento. Después de horas recordándole todo lo mejor de sí misma, ha intentado darme un beso en el contorno del corazón, pero le temblaban tanto los labios que lo hizo trizas con el mordisco.
He disimulado como he podido y le he dicho lo mismo que me dicen las personas que me quieren y que también disimulan su dolor: muy bien cariño, confío en que saldrás de aquí, poquito a poco, no hay fórmulas mágicas.
Mi pequeña se ha relajado un ratito y ha comenzado a jugar contando vértebras, esta vez le temblaban las manos. Al menos he conseguido que mantuviera la cabeza ocupada con algo.
Yo he querido demostrarle que si ella puede yo también, y he movido con ritmo la espalda mientras hice sonar I CAN BE SOMEBODY (banda sonora de WE ARE YOUR FRIENDS), juraría que se ha reído de mi intento de interacción.
Te quiero Little Raquel, intento salvarte, aunque no pueda evitar querer más a tu grandote hermano.
Llegará un tiempo en el que el dolor se mitigue y encontrarás en Samuel la fuerza para sonreír y seguir adelante. Vas a conseguirlo, aunque ahora te cueste llegar a concebirlo. Mientras yo estoy descubriendo a la gran Raquel de la que tu hermano estuvo siempre tan orgulloso. Un abrazo inmenso para los dos.
ResponderEliminarEs puro oro la consideración que viene a partir de quienes conocen este infierno. Nos ha pasado en el mismo tiempo, y un día 5, Marisa.
EliminarGracias por recordarme lo q yo significaba para él, pues he extraviado todos los significados que alguna vez tuve.
Deseo que tu reina te muestre el camino y que junto a tu familia seáis luminoso camino para vosotros y para quienes anden cerca.
Espero siempre tus nuevas entradas, muchos besos