Ése es uno de los mantras que me digo cuando a mi cordura le queda poca cuerda. Suele ser cuando tus sevillanos ojos negros de cuquillo se posan sobre los míos, y mire donde mire los encuentro, perdidos, extraviados en una dimensión que a ti te daba miedo. « Papá ya sabe lo que es el misterio de la muerte, qué acojone, podría pasarnos alguna señal para q sepamos q allí no hay nada malo»
Me dijiste esta frase hace apenas 6 meses, y cada vez q recuerdo la inquietud que te producía ese misterio, me ahogo a llorar.
Los dos hablábamos normalmente en el mismo tono, sacando ambos el niño q conservamos desde que agarrados de la mano íbamos solos al colegio, ése es el tesoro de nuestra relación, convertir la imaginación conjunta en una aventura de Los Goonies.
Por ello, ahora, a quien tengo q dirigirme para intentar salvarme es a mi versión más pequeña, que ha perdido a su hermano aún más pequeño. Tengo que decirle que no merece un sufrimiento tan atroz, que ella siempre soñó con comerse y bailarse el mundo. Pero mi niña, que no tiene un pelo de tonta, me grita que él tampoco merece sufrir lo que sufrió y menos morir joven, sano, bueno, necesario para un mundo que es todo lo contrario.
Y me deja sin palabras, cómo llevarle la contraria a una niña que conoce golpes sin descanso, si los niños siempre dicen la verdad incluso estando intactos.
Un niño herido lleva cosidas todas las verdades en un corazón~puzzle de cristales.
Por enfermedad, por maltrato o por vivir experiencias que no corresponden a la edad, un niño herido lleva en su mirada el peso de todo su pasado, presente y futuro. Y nadie debería llevarle la contraria en ninguno de sus tiempos, pues el futuro de un niño herido es el más incierto de todos. Hasta el punto de que siendo alegre, robusto y alcanzando 1,80 puede ahogarse bajo una minúscula ola tímida de marzo, por estar el vaso de lo sostenido durante años demasiado lleno.
He de luchar para que la plena conciencia que tengo de lo ocurrido a ese niño no acabe por hacerme a mí lo mismo.
Te amo, pequeño Samuel. Te amo pequeña Raquel.
bellísimo y mucho amor.
ResponderEliminarmamá.
Te quiero, mami, te juro que por ti lo intento cada día.
ResponderEliminarGracias por tu fortaleza, por seguir amando tanto a los animales, gracias por intentar convencerme cada día de que lo conseguiré. Tú ya has conseguido lo más grande, resistir por amor a tu hija, a pesar de que tenías locura con él.