Tu súbita marcha me ha quitado, sin rodeos y muchos roedores, las ganas de vivir.
Si tú no vives, el precio que hay que pagar por esas pequeñas y gratuitas cosas que me hacían tan feliz es desorbitadamente caro.
Nuestro gato me nota extraña, le cuento repetidamente que fuiste tú quien lo rescató del motor del coche, que no se le ocurra olvidarte o le retiro sus latitas preferidas. Me observa extrañado y luego desplaza la mirada a un espacio vacío cerca de mi cabeza, parece decirme, está aquí al lado, que tú no puedas verlo no es mi problema.
Los perros también parecen sentirte, pero ellos son más vulnerables y a veces quedan con la mirada perdida. Cuando recuerdo lo que tú amas a estas tres criaturas, cuando recuerdo tu pasión al abrazarlos y besarlos, cuando soy consciente de todos los años de amor con ellos que el destino te ha rebajado, me hundo, porque pocas veces eras más feliz que con tus animales. Para no morir de tristeza te imagino aquí cerca de ellos, o en otras realidades donde vives pleno y entusiasmado rodeado de fauna. Con un mar que te inspira toda clase de universos paralelos, y cada ola que llega a la orilla te trae un recuerdo de tu anterior vida, sonríes, me contagias y sonrío. Sin certeza de que nuestro reencuentro se materialice, pero con la voluntad de desearlo con todas mis fuerzas, hasta diseñar con palabras escritas y lágrimas emborronadas un sueño que él mismo de forma espontánea emerja, con esa naturalidad y desenvoltura con la que se autorrealizan los gatos.
Tantísimo te quiero, Samuel.
Si tú no vives, el precio que hay que pagar por esas pequeñas y gratuitas cosas que me hacían tan feliz es desorbitadamente caro.
Nuestro gato me nota extraña, le cuento repetidamente que fuiste tú quien lo rescató del motor del coche, que no se le ocurra olvidarte o le retiro sus latitas preferidas. Me observa extrañado y luego desplaza la mirada a un espacio vacío cerca de mi cabeza, parece decirme, está aquí al lado, que tú no puedas verlo no es mi problema.
Los perros también parecen sentirte, pero ellos son más vulnerables y a veces quedan con la mirada perdida. Cuando recuerdo lo que tú amas a estas tres criaturas, cuando recuerdo tu pasión al abrazarlos y besarlos, cuando soy consciente de todos los años de amor con ellos que el destino te ha rebajado, me hundo, porque pocas veces eras más feliz que con tus animales. Para no morir de tristeza te imagino aquí cerca de ellos, o en otras realidades donde vives pleno y entusiasmado rodeado de fauna. Con un mar que te inspira toda clase de universos paralelos, y cada ola que llega a la orilla te trae un recuerdo de tu anterior vida, sonríes, me contagias y sonrío. Sin certeza de que nuestro reencuentro se materialice, pero con la voluntad de desearlo con todas mis fuerzas, hasta diseñar con palabras escritas y lágrimas emborronadas un sueño que él mismo de forma espontánea emerja, con esa naturalidad y desenvoltura con la que se autorrealizan los gatos.
Tantísimo te quiero, Samuel.
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