Escribo para creer que ha sucedido, es una táctica que usé siempre e intuyo que contigo no me va a funcionar. La cura necesaria implica la dimensión de alcanzarte de algún modo, y dudo que escribiendo sea suficiente.
Al menos seré testigo de que puedo describir amagos, de que te has llevado mi alma pero no mi cerebro. Mi mente se queda aquí para torturarme con mil preguntas y un síndrome de abstinencia tan brutal que ya lo quisieran para un pasaje de Trainspotting.
Echo de menos todo tu ser.
Dice Rosario Flores que ella se volvió completamente ida cuando se fue su hermano Antonio, que se autodestruía. Imagino a qué se refiere, me gustaría tener al menos la fuerza para autodestruírme como el más fuerte de los entretenimientos, el más potente freno al pensamiento emotivo. Volver a empalmar noches como hacíamos hace 20 años, petar mi cabeza de sustancias, de bafles y de noches sin final ni descanso. Pero todo aquello fue convenientemente abandonado. Sin embargo, volver a esa locura sería más sano que esta tortura.
A Rosario la salvó quedarse embarazada, volver a amar a destajo. De no ser así dice que no sabe cómo habría acabado.
Yo no sé cómo voy a acabar porque ni siquiera sé empezar.
Cada día que logre vivir te lo haré saber, te lo haré llegar: tengo mucho miedo y te quiero. Son las dos únicas cosas que sé.
Sin ánimo de vivir, así me siento en estos momentos. Tantas cosas que quise decirle a mi madre, no hallo respuestas, han pasado 28 días y yo se que así pasaré muchos, muchos más. Quisiera irme con ella, pero soy tan cobarde que solo lo deseo, no hago nada. No tengo el valor, venimos a esta vida y sentimos el amor de una madre y la protección de un padre, pero es momentáneo. No tengo fuerzas de seguir adelante, solo vivir en el pasado me sostiene, abrasar mis recuerdos y anhelar volver hace 30 años, cuando era una familia feliz. Me da coraje ver gente que no ha sufrido un duelo, gente que no sabe lo que es no volver a ver nunca más a quien uno amó. Me da coraje la vida. Ay Dios solo llorar y vaciar mi alma me hace estar de pie.
ResponderEliminarDice mi admirada María Belón (superviviente de aquel monstruoso tsunami en Tailandia), que la vida es asquerosamente injusta. Lo dice alguien que tuvo la suerte de sobrevivir junto a su familia.
EliminarPero vivió una experiencia extrema, traumática, con imágenes q no olvidará jamás.
Al igual que tú, me siento escogida en la desgracia mientras me pregunto por qué los demás se salvan. De lo único que he presumido en mi vida es de no fijarme jamás en la vida de los demás,nunca sentí envidia de nadie, NUNCA, sentía que aunque mi vida tenía muchos obstáculos tenía lo más importante para tener esperanza en un futuro mejor: mucho amor por mí misma y mucho amor por mi familia, siendo SAMUEL la criatura que más amaba,lo siento como a un hijo.
Al partir la persona q más amamos desaparece el suelo y la base sobre la q camina nuestros pies son millones de dudas y billones de miedos que destrozan todo el amor que sentíamos por nosotros y por la vida.
Pero, cariño, esto no es una maldición contra unos pocos. Todo el que ama intensamente y ha conocido lo mejor de la vida, tarde o temprano atravesará el infierno.
Algunos se escapan de esta experiencia: los que mueren antes, o los que son muy elevados espiritualmente y pueden elevarse rápidamente por encima del sufrimiento.
No es nuestro caso, nosotras debemos cada mañana decidir vivir o morir. Vivir sabiendo q el camino del llanto va a ser largo, pero sabiendo también que nuestra vida se acabará en cualquier momento y tal vez nos dé tiempo antes a recobrar el aliento para experimentar algún delicioso descubrimiento. No es imposible.
Escríbeme siempre que lo necesites. Gracias por resistir otro día más, conozco tu infierno y sé q el esfuerzo es sobrehumano. Muchos abrazos al alma.