Hay que redefinir todo, hasta la mismísima paz

Es muy posible que estés en paz, lo deseo con los restos de alma que me quedan. Pero, a la vez, me pregunto, ¿Qué hago deseando paz en dios sabe qué dimensión a una persona que hace unos meses no se separaba de mi vera?¿Qué hago asumiendo vía escrita lo que no tengo asumido vía espiritual? Pues no te creo cuando te da por insistirme con tu ausencia.
¿Cómo desearte paz sin creerlo?
Puede que hasta que yo misma no consiga un mínimo de sosiego y apenas un átomo de aceptación, hasta entonces, no podré imaginarte en paz.
Tú, tan vital y nerviosillo, de la manera q te imagino es como te he vivido, con el culo inquieto y la mente cachondeándose de mil historias. Echo de menos tu risa y tu abrazo apoyado en mi hombro para descargar con comodidad la carcajada encajada, encajada en el sentido del humor que los hermanos construyen a través de las décadas. Un idioma propio e inquieto que poco se le parece a la paz que desconozco. Y que, me temo, voy a desconocer aún más en este largo camino.

Te quiero. Sin serenidad, sin formas, sin energía, sin centro ni asidero..., pero por algún lugar encuentro la vía de transmitirte que te quiero, y si no estás algo voy a tener que reinventar con todos los te quiero gritados que nos quedan por delante.