Cuando siento horrorizada, en lo más profundo de cada arteria, el grado de necesidad que mi corazón tiene de verte, he de imaginar que soy otra para no ir a buscarte.
A veces un rayo de esperanza me atraviesa cuando leo que es posible conocer ese día donde el fallecido deja de sentirse como una pérdida y se convierte no sólo en inspiración sino en el motor de la propia vida, presente en cada escena que miramos y en cada escena que nos mira.
Para mí es imposible, en este momento en el que el vacío incuba furioso todo tipo de nostalgias nerviosas, creer que eso nos sucederá. Llevarte en mi corazón con tal plenitud y alegría que tu materia física sea sólo un complemento desgastado por los golpes de la vida.
No suelo creer que esto vaya a sucedernos, pero a veces un rayo de esperanza es quien me atraviesa.
A veces un rayo de esperanza me atraviesa cuando leo que es posible conocer ese día donde el fallecido deja de sentirse como una pérdida y se convierte no sólo en inspiración sino en el motor de la propia vida, presente en cada escena que miramos y en cada escena que nos mira.
Para mí es imposible, en este momento en el que el vacío incuba furioso todo tipo de nostalgias nerviosas, creer que eso nos sucederá. Llevarte en mi corazón con tal plenitud y alegría que tu materia física sea sólo un complemento desgastado por los golpes de la vida.
No suelo creer que esto vaya a sucedernos, pero a veces un rayo de esperanza es quien me atraviesa.
Comentarios
Publicar un comentario