No creo en verdades absolutas, y no sólo porque yo sea ya otra. Antes de mi tragedia familiar también cuestionaba todas esas sentencias de buen rollismo o autoinculpatorias o de peticiones al universo como secreto sumarial para alcanzar lo que quieras, por estúpido que sea tu deseo.
Las descartaba si esas verdades no podían cumplirse para los más desfavorecidos, para una madre africana que ve convertido a su hijo en araña, para una madre del «primer mundo» que ve a su hijo consumido por una enfermedad «de primera».
Nunca he necesitado que algo tan grave como lo que estoy pasando fuera necesario para sentir empatía, para ponerme en los zapatos del otro o para descalzarme cuando no hay ni eso.
Sin embargo, aunque crea en menos teorías aún que antes, no he perdido afortunadamente la fe en algunas verdades, si no absolutas, dignas de valorar.
Y creo que ésta es una de ellas, con sus matices, claro, pero con la certeza de lo traicionera que puede ser la mente si no nos autoeducamos con amor y observación. Creo que es una verdad que fortalece, porque no sólo de ella puedo aprovecharme yo o alguien en concreto, sino que puede servir a una gran mayoría.
Mucha fuerza mental para todos, por perdidos que estemos. Mucho amor hacia nosotros mismos, para que la mente ayude a nuestro corazón a tener percepciones sanadoras.
Que así sea.
Las descartaba si esas verdades no podían cumplirse para los más desfavorecidos, para una madre africana que ve convertido a su hijo en araña, para una madre del «primer mundo» que ve a su hijo consumido por una enfermedad «de primera».
Nunca he necesitado que algo tan grave como lo que estoy pasando fuera necesario para sentir empatía, para ponerme en los zapatos del otro o para descalzarme cuando no hay ni eso.
Sin embargo, aunque crea en menos teorías aún que antes, no he perdido afortunadamente la fe en algunas verdades, si no absolutas, dignas de valorar.
Y creo que ésta es una de ellas, con sus matices, claro, pero con la certeza de lo traicionera que puede ser la mente si no nos autoeducamos con amor y observación. Creo que es una verdad que fortalece, porque no sólo de ella puedo aprovecharme yo o alguien en concreto, sino que puede servir a una gran mayoría.
Mucha fuerza mental para todos, por perdidos que estemos. Mucho amor hacia nosotros mismos, para que la mente ayude a nuestro corazón a tener percepciones sanadoras.
Que así sea.
Comentarios
Publicar un comentario