Me ha vuelto a escribir F.S de Pontevedra, siempre con el consentimiento publico parte de lo que compartimos.
_Necesitaba hablar un rato con alguien que sepa ya mi historia, Raquel. Esta montaña rusa me hace incluso perder el sentido del duelo, ¿qué coño crees que hay al final del duelo?
+No sé, F. Tal vez el duelo sea la representación máxima de lo que es la vida, indefinible y una historia sin final.
_¿Esto no va a acabar nunca?
+Me da a mí que no, que cuando en los talleres de ayuda nos hablaban del final del duelo era de una manera metafórica, para que resistiésemos un día más y no tiráramos la toalla.
_Cada vez soporto menos a la gente, hasta la gente que se supone que nos tiene que ayudar nos mienten los muy cabrones.
+jejejeje... eso ya lo sabíamos antes del duelo, la peña suele ser despreciable, pero hay que divertirse con ellos F. ¿Has logrado divertirte esta semana?
_Lo intenté, te juro que lo intenté. Fui a casa de un familiar a comer para estar con los más pequeños pero me pasó algo absurdo y perturbador.
+¿Con los peques?
_No, no, con su madre... Fui con los peques a comprar comida, y cuando regresamos a su casa ella había hecho unas miniensaladas individuales, muy ricas por cierto, con su aguacate y toda la historia.
Pero yo había traído varias cosillas, así que metí el tenedor tres o cuatro veces y la dejé apartadita, limpié la mesa y recogí los cacharros.
A la hora o así ella me preguntó que si es que no me había comido la ensalada. Le dije que había picado un poco en ella pero que había comido otras cosas, que muchas gracias....
+No entiendo qué problema puede haber por un cuenco, estoy intrigada...
_¿Te puedes creer lo que me dijo?
_Va y me suelta desde la cocina y yo en el salón, que la próxima vez me aparte del cuenco lo que me vaya a comer porque si no la tiene que tirar.
+¿Estaba a punto de caducar?
_No, tía, tirar porque he metido el tenedor.
+¿Estás de coña? Ésa no sabe lo que va comiendo por los bares. ¿Pero es de tu sangre o un familiar político de esos bordes que todos tenemos?
_No, familiar directo. Y la ensalada un puto cuenco de 20 gramos, Raquel.
+Vamos, que no era la huerta murciana.
_Me sentó como un patadón en el corazón. Eso no se le dice a quien quieres, pero menos aún a alguien que intenta sobrevivir a una tragedia.
+Joder, con lo que echo de menos compartir con mi padre y mi hermano..., luchar tenedor contra tenedor para cazar la última aceituna o el último trocico de tomate. No me imagino diciéndole a ellos que se aparten su parte.
Pero sabes que esa basura que te soltó no dice nada sobre ti, ¿verdad? Dice sobre ella.
_Creo que también dice sobre mí, dice sobre mi familia, sobre lo tiranos y cuadriculados que pueden ser. Y me lleva a plantearme hasta qué punto esa tiranía, disfrazada de gestos cotidianos sin gravedad pero constantes, pudo afectar al estado psicológico de mi hermana.
+Tal vez creas que te lo digo para animarte, pero a mí me parece un lujo compartir el mismo plato de ensalada con alguien tan brillante y fuerte como tú. Me da pena no sólo que ella no lo vea, sino que tenga una falta de empatía tan horrible como para reñirte como si tuvieras diez años. Es humillante. Pero yo voy a utilizar esto que me cuentas para invitarte la próxima vez que vengas a Murcia a un local estupendo donde las ensaladas se comen sin tenedor, tan ricas que directamente uno mete la cabeza!
_Si vas a tener una iniciativa para cada mierda que me ocurra, lleva cuidado porque me puedo acostumbrar a lo bueno jejeje
+No te preocupes, acostumbrarnos a lo bueno es lo menos que nos merecemos. ¿Aguantamos otro día rodeados de gilipollas?
_Aguantamos. Aguantamos con el aguacate.
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