Mi descubrimiento de felicidad fue tener un cómplice amoroso para no sólo soportar este mundo de espejos deformes y apariencias ridículas, sino para poder reírte de ello, y de nosotros mismos, cuando nos sorprendemos entrando en ese mismo juego q a veces juzgamos. Porque nunca fuimos perfectos y eso era lo que más nos hacía reír.
Echo de menos nuestros ataques de risa, hermano, echo de menos cada minuto de nuestro tiempo atado a una correa mientras nuestros perros tiraban de ellas para guiarnos..., siempre mostrándonos el mejor camino. Jamás imaginé tu inexistencia, pensaba q el amor y el humor formaban la pócima mágica contra la tragedia.
En el primer mes un psicólogo me bromeó con peligrosa torpeza sobre mi aparente condición de viuda.
-Es que estás como si hubieras perdido a tu marido, el gran amor de tu vida y todo tu futuro.
-Un hermano o hermana puede ser mucho más que eso, es una pena que tan pocas personas sean capaces de valorar en toda su grandeza una relación fraternal correspondida, cuando su pureza la despoja de interesados intercambios y enrevesadas traiciones; ya sabe usted, eso que tanto abunda en las parejas bien pintadas, maqueadas y depiladas con láser.
Ejecutó una mueca que pretendía ser sonrisa pero el labio se raspó con algún diente.
-No todas las parejas son así, Raquel. Tal vez si hubieras tenido una buena pareja el dolor no sería tan desgarrador.
No le respondí, no merecía ni la perla más oscura de mi tembloroso intelecto.
Acaso un profesional de la psicología no sabe que una pareja, como cualquier otro ser amado, no es garantía de nada. Sino otro ser humano que puede fallarte, fallarse a sí mismo y/o desfallecer.
Sólo un ser amado inmortal puede de alguna manera sustituir esa parcela interior abonada sólo de terrores a más pérdidas. Y ese humano inmortal que nos cogerá de la mano hasta nuestro último suspiro no existe, ¿acaso no lo sabía este hombre que se atrevía a derivar parte de mi sufrimiento al hecho de no tener pareja?
Incluso hubiera sido más «razonable» que me aconsejara que me abrazara a la inmortalidad y misericordia de algún Dios, cualquier entidad superior con el que yo no pudiera experimentar el abandono.
Debo de tener algo de gitana por mi condición de sevillana o parentesco con mafia italiana, pues para mí no hay nada como el amor a la sangre cuando el acogimiento y respeto es correspondido.
Tu familia son raíces, los demás pueden ser preciosas flores que pintan aromático aliento, pero las raíces admiten pocas comparaciones. Y a la vez bien es cierto que se pueden conocer parejas y amigos que, con el paso de años y duras pruebas compartidas, se convierten en más familia que la familia misma.
Claro que me hubiera encantado conocer el amor de pareja, pero en casi ninguno de mis intentos se me respetó como toda mujer merece, tropecé con zopencos (término que usaba mi tía abuela MIMÍ) que aprovechaban mi hipersensibilidad para hacerme el lío, yo supe escapar de cada uno antes de mayores daños. Eso me hizo amarme a mí misma cada vez más, valorar lo que sí tenía, formar mi base con mi familia y amigos mientras tenía citas en las que no aparecía ni la bondad ni la chispa adecuada que yo ya tenía en formato no romántico. Claro que no estaba cerrada a la pasión, tenía mis esperanzas de que un día mi cupido destroyer me mirara a la cara y soltara:«oh, vaya, sigues aquí, perdona, mi despiste contigo es intolerable,¡¡ todos estos años pensé que eras un helecho!!»
Nos reiríamos, perdonaría al señor Love y él me ofrecería media naranjita o unos gajos.
Mi vida no se limitaba a mi hermano, era todo lo contrario, amarle, tenerle vivo, me hacía sentir que no había límites para nuestros sueños en común y para los que cada uno tenía «por su lado». Cuando amas honestamente y sin celo lo que aún puedes abrazar y late, genera más posibilidades de amar a toda criatura. Pues juntos, con nuestro afecto puro de hermanos que se cuidaban como prioridad vital, atraer lo mejor de la vida era una ilusión que compartíamos llena de complicidades y expresiones tan propias que necesitaban explotar y ser también compartidas con nuestras posibles parejas.
Él, al menos, se fue conociendo todo tipo de amor, no sólo el de su hermana.
Como solías decir cuando abrazabas a nuestros pelusos..., Lo tenemos todo, sister.
Raquel&SAMUEL.
Echo de menos nuestros ataques de risa, hermano, echo de menos cada minuto de nuestro tiempo atado a una correa mientras nuestros perros tiraban de ellas para guiarnos..., siempre mostrándonos el mejor camino. Jamás imaginé tu inexistencia, pensaba q el amor y el humor formaban la pócima mágica contra la tragedia.
En el primer mes un psicólogo me bromeó con peligrosa torpeza sobre mi aparente condición de viuda.
-Es que estás como si hubieras perdido a tu marido, el gran amor de tu vida y todo tu futuro.
-Un hermano o hermana puede ser mucho más que eso, es una pena que tan pocas personas sean capaces de valorar en toda su grandeza una relación fraternal correspondida, cuando su pureza la despoja de interesados intercambios y enrevesadas traiciones; ya sabe usted, eso que tanto abunda en las parejas bien pintadas, maqueadas y depiladas con láser.
Ejecutó una mueca que pretendía ser sonrisa pero el labio se raspó con algún diente.
-No todas las parejas son así, Raquel. Tal vez si hubieras tenido una buena pareja el dolor no sería tan desgarrador.
No le respondí, no merecía ni la perla más oscura de mi tembloroso intelecto.
Acaso un profesional de la psicología no sabe que una pareja, como cualquier otro ser amado, no es garantía de nada. Sino otro ser humano que puede fallarte, fallarse a sí mismo y/o desfallecer.
Sólo un ser amado inmortal puede de alguna manera sustituir esa parcela interior abonada sólo de terrores a más pérdidas. Y ese humano inmortal que nos cogerá de la mano hasta nuestro último suspiro no existe, ¿acaso no lo sabía este hombre que se atrevía a derivar parte de mi sufrimiento al hecho de no tener pareja?
Incluso hubiera sido más «razonable» que me aconsejara que me abrazara a la inmortalidad y misericordia de algún Dios, cualquier entidad superior con el que yo no pudiera experimentar el abandono.
Debo de tener algo de gitana por mi condición de sevillana o parentesco con mafia italiana, pues para mí no hay nada como el amor a la sangre cuando el acogimiento y respeto es correspondido.
Tu familia son raíces, los demás pueden ser preciosas flores que pintan aromático aliento, pero las raíces admiten pocas comparaciones. Y a la vez bien es cierto que se pueden conocer parejas y amigos que, con el paso de años y duras pruebas compartidas, se convierten en más familia que la familia misma.
Claro que me hubiera encantado conocer el amor de pareja, pero en casi ninguno de mis intentos se me respetó como toda mujer merece, tropecé con zopencos (término que usaba mi tía abuela MIMÍ) que aprovechaban mi hipersensibilidad para hacerme el lío, yo supe escapar de cada uno antes de mayores daños. Eso me hizo amarme a mí misma cada vez más, valorar lo que sí tenía, formar mi base con mi familia y amigos mientras tenía citas en las que no aparecía ni la bondad ni la chispa adecuada que yo ya tenía en formato no romántico. Claro que no estaba cerrada a la pasión, tenía mis esperanzas de que un día mi cupido destroyer me mirara a la cara y soltara:«oh, vaya, sigues aquí, perdona, mi despiste contigo es intolerable,¡¡ todos estos años pensé que eras un helecho!!»
Nos reiríamos, perdonaría al señor Love y él me ofrecería media naranjita o unos gajos.
Mi vida no se limitaba a mi hermano, era todo lo contrario, amarle, tenerle vivo, me hacía sentir que no había límites para nuestros sueños en común y para los que cada uno tenía «por su lado». Cuando amas honestamente y sin celo lo que aún puedes abrazar y late, genera más posibilidades de amar a toda criatura. Pues juntos, con nuestro afecto puro de hermanos que se cuidaban como prioridad vital, atraer lo mejor de la vida era una ilusión que compartíamos llena de complicidades y expresiones tan propias que necesitaban explotar y ser también compartidas con nuestras posibles parejas.
Él, al menos, se fue conociendo todo tipo de amor, no sólo el de su hermana.
Como solías decir cuando abrazabas a nuestros pelusos..., Lo tenemos todo, sister.
Raquel&SAMUEL.
Comentarios
Publicar un comentario