Demasiada prisa por querer ser otra. Los que van con prisa encajan el miedo en las rodillas.
Mi miedo es no resistir bajo la ola siendo la que he sido siempre. Demasiada prisa por querer ser otra.
La otra noche soñé que estábamos con la tita C. en un ascensor grande y concurrido de un edificio con muchos pisos, nosotros tres, en medio de tantos desconocidos, sólo pretendíamos llegar al segundo piso. Pero las veces que el ascensor se paraba donde queríamos la puerta se abría y cerraba tan rápido que no daba tiempo, y no entendíamos cómo nos quedaba tan lejos algo tan sencillo.
Hoy he soñado que íbamos en el coche del tío L., atrás los dos. Y él no frenaba al abrirse un puente como el de La Manga, estábamos asustados y le decíamos que frenase, q el puente estaba muy abierto y no daba tiempo, pero él continuaba con mucha seguridad. Y efectivamente, el vehículo volaba por el aire unos segundos y aterrizábamos bien en el otro lado. Así en dos ocasiones.
¿Qué hay al otro lado del puente?
A veces tengo demasiada prisa por querer ser otra aquí, en este lado. Otras veces tengo prisa por cruzar dicho puente, me encuentre lo que me encuentre. Llegar donde estás tú. Explorar tierras más misteriosas que las bañadas por el llanto de millones que habitan.
Me vendría bien viajar, ni siquiera tendría que ir muy lejos, pero no tengo cojones.
¿Por qué soy tan dura conmigo?¿Por qué digo cojones cuando realmente significa no tener fuerzas? ¿Debo forzarme a pequeños retos o sobrevivir hasta que disminuya la tristeza?
Es como si ella no fuera a abandonarme jamás.
Quiero despertarme en otra vida y resucitar en otra piel, ser tan fría como para fingir que no has existido, que fuiste una necesaria proyección de mi mente que se quedó sin pilas. Apagón.
Tanto te quiero.
Y no muy lejos queda la verdad, te quedaste sin pilas, con lo fácil que hubiese sido pedírmelas. Te quejabas de que en casa hubiera mucha pila suelta.
Yo te ordenaba y limpiaba la habitación, para que encontraras al llegar armonía, y porque creo que el orden puede mejorar la suerte, era una manera de bendecir tu energía para que no tuvieras en carretera un accidente. Mamá se encargaba de lavarte la ropa del trabajo. Tú a cambio nos dabas alegría, besos y otros regalos.
No era una convivencia perfecta, porque donde hay amor apasionado hay imperfección incendiaria.
Teníamos planes de trascender los incendios y crear un refugio. La ternura por los animales era la llave de esa luminosa puerta, y el llavero la dicha de ser hermanos y compañeros.
He sido feliz un segundo al escribirlo. Así que no sigo y lo dejo aquí, donde aprecio el renacimiento de la frescura como los cerezos en flor que se sobreponen a la devastación.
Mi miedo es no resistir bajo la ola siendo la que he sido siempre. Demasiada prisa por querer ser otra.
La otra noche soñé que estábamos con la tita C. en un ascensor grande y concurrido de un edificio con muchos pisos, nosotros tres, en medio de tantos desconocidos, sólo pretendíamos llegar al segundo piso. Pero las veces que el ascensor se paraba donde queríamos la puerta se abría y cerraba tan rápido que no daba tiempo, y no entendíamos cómo nos quedaba tan lejos algo tan sencillo.
Hoy he soñado que íbamos en el coche del tío L., atrás los dos. Y él no frenaba al abrirse un puente como el de La Manga, estábamos asustados y le decíamos que frenase, q el puente estaba muy abierto y no daba tiempo, pero él continuaba con mucha seguridad. Y efectivamente, el vehículo volaba por el aire unos segundos y aterrizábamos bien en el otro lado. Así en dos ocasiones.
¿Qué hay al otro lado del puente?
A veces tengo demasiada prisa por querer ser otra aquí, en este lado. Otras veces tengo prisa por cruzar dicho puente, me encuentre lo que me encuentre. Llegar donde estás tú. Explorar tierras más misteriosas que las bañadas por el llanto de millones que habitan.
Me vendría bien viajar, ni siquiera tendría que ir muy lejos, pero no tengo cojones.
¿Por qué soy tan dura conmigo?¿Por qué digo cojones cuando realmente significa no tener fuerzas? ¿Debo forzarme a pequeños retos o sobrevivir hasta que disminuya la tristeza?
Es como si ella no fuera a abandonarme jamás.
Quiero despertarme en otra vida y resucitar en otra piel, ser tan fría como para fingir que no has existido, que fuiste una necesaria proyección de mi mente que se quedó sin pilas. Apagón.
Tanto te quiero.
Y no muy lejos queda la verdad, te quedaste sin pilas, con lo fácil que hubiese sido pedírmelas. Te quejabas de que en casa hubiera mucha pila suelta.
Yo te ordenaba y limpiaba la habitación, para que encontraras al llegar armonía, y porque creo que el orden puede mejorar la suerte, era una manera de bendecir tu energía para que no tuvieras en carretera un accidente. Mamá se encargaba de lavarte la ropa del trabajo. Tú a cambio nos dabas alegría, besos y otros regalos.
No era una convivencia perfecta, porque donde hay amor apasionado hay imperfección incendiaria.
Teníamos planes de trascender los incendios y crear un refugio. La ternura por los animales era la llave de esa luminosa puerta, y el llavero la dicha de ser hermanos y compañeros.
He sido feliz un segundo al escribirlo. Así que no sigo y lo dejo aquí, donde aprecio el renacimiento de la frescura como los cerezos en flor que se sobreponen a la devastación.
Hice el Camino de Santiago a mitad de junio. Más de 50 años viendo pasar peregrinos por la puerta de mi casa y nunca había sentido la necesidad, pero de repente, alguien me lo recomendó y aunque físicamente dudé de si llegaría a completarlo, lo conseguí sin sobre esfuerzo. Caminar en soledad a veces, en compañía cuando así me apetecía, con el único objetivo de recorrer cada día el tramo que el cuerpo y la mente aguantase... la belleza del paisaje, la confianza de poder ser tu misma con quien te escucha sin importar nada y todo el tiempo del mundo para no hacer otra cosa que sentirte. Completé 220Km y fue una experiencia inestimable para mi. Volveré a hacerlo.
ResponderEliminarTropecé por casualidad con un libro "La soledad compartida" de Walter y flan. Un chico y su perro que recorren el camino. Te lo recomiendo. Un beso enorme
Sí, lo leí en tu blog. Me tienta mucho hacer el camino con mi perro el más joven. He de encontrar el momento de lanzarme a otro espacio que no sea el vacío. Mil besos,Marisa.
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