Por algún torpe prejuicio me estaba resistiendo a leer a Bucay. He leído muchos libros y artículos sobre duelo más actuales que El Camino de las lágrimas, creyendo que lo que dijera este autor podía estar desfasado, que fórmulas novedosas encontraría para localizar la salida de emergencia del infierno.
Ojalá nada hubiera ocurrido en mi vida como para hacer este redescubrimiento que seguro otros dolientes ya descubrieron antes: un disparate de escritos plagian El Camino de las Lágrimas, expresando como propio y casi sin cambiar una coma lo que aquí aparece desde hace casi 20 años.
Tal vez, al ser el duelo un tema tan sumamente sensible, tan íntimo y triturador, su autor prefiera hacer la vista gorda y asumir que se logra un beneficio mayor al perjuicio personal. Total, al final se trata de ayudar a personas que estamos entre la vida y la postmortem, un espacio donde nadie se dejaría la piel por tener derechos de autor.
Tantas gracias, Bucay.
Ojalá nada hubiera ocurrido en mi vida como para hacer este redescubrimiento que seguro otros dolientes ya descubrieron antes: un disparate de escritos plagian El Camino de las Lágrimas, expresando como propio y casi sin cambiar una coma lo que aquí aparece desde hace casi 20 años.
Tal vez, al ser el duelo un tema tan sumamente sensible, tan íntimo y triturador, su autor prefiera hacer la vista gorda y asumir que se logra un beneficio mayor al perjuicio personal. Total, al final se trata de ayudar a personas que estamos entre la vida y la postmortem, un espacio donde nadie se dejaría la piel por tener derechos de autor.
Tantas gracias, Bucay.
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